evangelio del dia de hoy padre carlos yepes
Solo así lograremos la aparición de hombres terminados. De hombres dueños de todas y cada una de las facetas de su personalidad.
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Evangelio De Hoy Viernes 8 Enero 2021 Padre Carlos Yepes Marcos 6,34
La degradación del caballero medieval en soldado y en clérigo y, en una mezcla sui generis, en político, de que hemos tratado en otros momentos, origina en España una situación especial que conduce hasta el pícaro por una parte, hasta el conquistador y el místico por el otro. La fe, la fe de Cristo, es el impulso fundamental que sostiene todo, aunque sean indiscutibles unos matices adicionales de codicia, espíritu aventurero, necesidad de escapada o escasez de estructuras de avance. No debemos olvidar que, si bien hubo mucho de opresión hubo también bastante de vocación, de impulso personal, de convicción. El resultado de aquellos esfuerzos no solo ha enriquecido nuestra historia sino asimismo nuestra literatura, con capítulos como son la picaresca o la mística que ninguna otra lengua puede prestar.
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El niño con discapacidad, que parece aún mucho más entrañable. 32 de MINUSVAL, pertinente a Noviembre de 1979, Año del Niño. Ahora mis manos me se usa para comer, para desplazar mi silla de ruedas, para trasladarme a la cama o salir de ella. Próximamente va a ser la muerte la única con la capacidad de asir mis manos para levantarme; quizás entonces pueda, por fin, mantenerme erguido. Si llego a hacerlo, aunque sólo sea unos instantes, voy a mirar a lo lejos, lo mucho más lejos que pueda y aspiraré el aire, un aire que imagino más libre, más puro. La silla de ruedas, lo sé, te limita el horizonte y te obliga a respirar un aire mucho más cargado.
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Desde España sus preferencias se dirigen hacia Europa por una parte, hacia América, trasunto hispano, por el otro. Incluso sentía algo de prevención, que le censuró el vizcaíno Timoteo Orbe, contra los andaluces. “Como vasco —le escribe a Pedro-Emilio Coll, venezolano— gusto mucho más de lo inglés, alemán y escandinavo. “Vasco por todos sesenta y ocho costados” y de Castilla, “ara enorme”, “madre de corazones y de brazos” que le levanta “en la rugosa palma” de su mano.
Su compromiso, mucho menor, acrecienta la responsabilidad de los demás. Seguramente hay que tratar al niño discapacitado como a todos los demás pequeños, pero es indudable que van a existir diferencias, derivadas del tipo de desarrollo invalidante sobre todo, que obligarán a buscar matices en el trato, en el comportamiento, en el sistema educativo. Estos matices, forzosamente, los debemos poner nosotros. Y para ello nos tenemos que molestar antes en descubrirlos. De esta forma, probablemente acabemos con esa incomodidad, que comentábamos al principio de este trabajo, mostrada por el niño inválido al transformarse en adulto. Probablemente consigamos que no sienta temor o escrúpulo en integrarse con esos que claramente le han indicado no ser sus semejantes, por el hecho de que esta indicación nunca haya tenido rincón.
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A nosotros, este descubrimiento nos va a ser útil de camino para llegar a la comprensión del inconveniente. Entendimiento, que es una forma de amor y, por tanto, de asistencia. La entidad del minusválido como sujeto social vino a tomar forma, sin damos cuenta, de una forma biográfica, escencial, independientemente de cualquier intento definitorio. Su único problema está en que tiene dificultades para desempeñar las metas que a todos nos están recomendadas. La palabra inglesa “handicapped” aparentemente proviene de la unión de “hand”, mano y “cap”, término de origen hispano (“cubierta”) que en inglés significa gorra, bolsa. Al cerrar un trato se introducía la mano en la bolsa de las monedas, “hand in cap”, lo cual marcaba ventaja o desventaja según el criterio y el negocio que se hubiera concluido . La desventaja, para el minusválido, siempre ha estado en su desemejanza con el resto, lo que le creó incluso problemas de carácter estético.
Indudablemente pintó después la Maja vestida que la desviste, para dar a la española, a la madrileña, toda su dimensión, acentuando todavía mucho más la liviandad de la cabeza, que aquí no precisa las alas de mariposa de los Caprichos a fin de que se ponga de manifiesto su falta de peso. Todo podría ser mejor en aquella España entrañable, en aquel Madrid que era al unísono devoción y condena del pintor. Ensayó todo, todo lo que él sabía y podía realizar, para conseguirlo, pero no lo logró. Cabe la posibilidad, no obstante, de que la solución dada por Goya al inconveniente fuera distinta.